Casa de Frassinelli
En Corao. Se encuentra en obras. No es visitable. Edificio barroco del siglo XVII. Entre 1854 y 1887 fue la residencia de Roberto Frassinelli, conocido como «el alemán de Corao», artista y erudito interesado en la historia, que destacó como dibujante y por su intervención en el Santuario de Covadonga.
La casona, de dos plantas, tiene buenos sillares escuadrados. Sobre la puerta, un balcón en voladizo con molduras. En el piso bajo resalta una ventana de arco avenerado.
Coordenadas GPS: Latitud: 43.347293º Longitud: -5.06710º.
Palacio de Noriega
En Corao. Casona rural cuya parte más antigua data del siglo XVII. El muro lateral presenta el escudo de armas de los Fernández Cueto y Noriega que parece bastante reciente. En el muro de la izquierda se abre una ventana abocinada. Una parte del palacio está destinada a vivienda y la otra son instalaciones agrícola-ganaderas.
Cueva del Cuélebre
Fueron hallados objetos de la Edad del Bronce, entre ellos un pequeño puñal y un pequeño guijarro labrado con formas reticulares. En la cercana Cueva de Trespandu (Corao) también se hallaron fragmentos cerámicos de la misma época, quizás dentro de un uso funerario.
Corao: la nueva patria de El Alemán
De cuantos visitan las tierras asturianas muchos son los que declaran su admiración por sus parajes naturales. Muchos los que se embelesan contemplando las pequeñas aldeas colgadas a media ladera, la hierba que llega hasta las playas, los desfiladeros abiertos entre abruptos farallones, la cercanía de la costa y la montaña… ilustre visitante que decidió quedarse aquí para siempre: Roberto Frasinelli.
Nacido en la localidad alemana de Ludwisburg en los primeros años del siglo XIX, a resultas de su participación durante su etapa universitaria en algunas sociedades secretas y revolucionarias, decidió abandonar su país y cobijarse en España. Su formación artística le permitió establecerse como marchante para coleccionistas y bibliófilos alemanes. Como experto dibujante de proyectos arqueológicos recibió diversos encargos de la Comisión de Monumentos de Oviedo que había sido constituida en 1844. Suyos son varios dibujos fechados entre 1844 y 1847 de diversos edificios prerrománicos, especialmente de la iglesia de Santa Cristina de Lena.
Años después se casa con Ramona, integrante de la familia Miyar, originaria de Corao y propietarios de una librería en Madrid. En 1854 el matrimonio decide asentarse en la localidad canguesa y desde entonces Frasinelli desarrollará una intensa actividad como naturalista, arqueólogo y dibujante.
Cuando se decide la construcción de la basílica de Covadonga, el obispo Sanz Forés se inclinará por las soluciones románticas propuestas por Frasinelli, hasta el punto de que Alejandro Pidal afirma que suya es la ornamentación del templo.
El Alemán de Corao, que así empezó a ser conocido por los alrededores, descubrió la denominada Cueva del Cuélebre, situada en las inmediaciones de la localidad. Primero la investigó y luego la convirtió en su estudio: un observatorio privilegiado de los Picos de Europa, como se puede comprobar en las fotografías que acompañan este texto.
Fue tal la fascinación que debió sentir Frasinelli por el escenario que contemplaba desde su retiro que realizaba largas excursiones por la Montaña de Covadonga. Cuentan que era habitual que recorriera el itinerario que hoy se conoce como Senda Frassinelli, que partiendo de Corao, sigue por el Camín de Molledo y La Frecha, cruzando Comeya y las vegas de Teón, Fana y Moroñes, para subir a Pan de Carmen y a la Vega del Huertu y que aquí, en el denominado Pozu del Alemán, se bañaba en las frías aguas, cuando no se revolcaba entre la nieve.
Santa Eulalia de Abamia: la tumba de Pelayo
Aunque las partes más antiguas del edificio que ahora podemos observar datan del siglo XIII, excavaciones realizadas en 2006 han confirmado la existencia de restos arquitectónicos anteriores, del siglo VIII, lo cual vendría a confirmar la hipótesis de quienes sugieren que fue mandando construir por el mismísimo Pelayo. De lo que sí hay constancia cierta es que durante siglos en esta iglesia permanecieron los restos del primer rey de Asturias y de su esposa, la reina Gaudiosa.
La iglesia parroquial de Abamia (Cangas de Onís), se encuentra en un cerro próximo a la localidad de Corao. Es un templo de una sola nave, en el que aún se puede constatar su originaria factura románica, de manera especial en la portada sur, donde podemos encontrar varios capiteles con escenas inspiradas en la resurrección de los muertos y el Juicio final.
En una de las escenas podemos observar cómo el Diablo arrastra por los pelos a una persona. La tradición ha querido ver representada en esta imagen, bastante frecuente en la iconografía románica, la figura del obispo toledano don Oppas, que al mando de las tropas musulmanas pretendía la rendición de Pelayo y los suyos.
Al correr de los años, se realizaron diversas reformas que modificaron su aspecto original. Del siglo XV es la capilla mayor, de estilo gótico. A finales del XVIII se añadió la sacristía a la fachada sur.
El tejo centenario que sombrea los históricos muros ha sido testigo de los cambios producidos en los últimos años, en especial de las labores de restauración llevadas a cabo en los inicios del presente siglo y que han estado rodeadas de una intensa polémica, de manera especial en lo que se refiere a la carga de estuco realizada en la fachada, por cuanto —según argumenta la Asociación Cultural Abamia— desvirtúa la imagen tradicional del edificio.
En restauraciones llevadas a cabo en otros monumentos de la región, no se ha ocultado el paramento original bajo la capa ocre-amarillenta que ha pasado ha convertirse en elemento distintivo del edificio. Quizás por ello resulte pertinente incluir aquí la imagen de la iglesia a finales del siglo XIX, incluida en el libro Asturias de Octavio Belmuntt y Fermín Canella.
Señalar, por último, que si bien los restos de Pelayo y Gaudiosa fueron trasladados a Covadonga privando a Santa Eulalia de una de sus principales señas de identidad, en el cementerio contiguo se encuentra la tumba de Roberto Frasinelli, un alemán polifacético enamorado de estas tierras que aquí se afincó y aquí murió a finales del siglo XIX.
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